Fluía en su ausencia
como una melancolía extraordinaria, como lagrimas que no quiso llorar pero
inevitablemente se le escapaban, en su mente.
Fluía al
atardecer, lleno de esperanzas y remordimientos, lleno de sueños y a veces
pensamientos. Fluía con ella y alrededor de su cuerpo, extrañaba sentirse libre
y en otros brazos que no sean de él. Extrañaba su forma de amar, tan arisca y
odiosa al dormir y ahora lo único que quería era sentir su cuerpo por debajo de
las sabanas, acostumbrado a perder, a no estar, acostumbrado a sentir esa
extraña sensación de vacío por las noches, esa sensación de no pertenecerle a
nadie más, que a ella misma, la extraña sensación de no compartir nunca más un
café por las mañanas, ni de sus besos somnolientos, ni tampoco sus abrazos
recargados de felicidad al saber que su mano descansaba en su cintura. No entendió
muy bien como era que se respiraba después de sus besos, y su aroma se extendió
por todo su cuarto, dejándola inconsciente de tanto amor. Pero el ya no estaba,
y se acostumbró a otros besos, a otros abrazos, y así se idealizo que tenía
otra forma de amar; otra diferente, mas ella, más viva, mas cariñosa, no como
la anterior, porque no quería volver a lo mismo, no quería repetirse a ella
misma dos veces.
Quería fluir
con su cuerpo tanto como lo deseara, quería fortalecerse de cada dolor, cada desilusión,
cada enojo, cada lagrima, quería fortalecerlo con amor, amor que ella se podía
permitir, uno de esos que te dejaban con ganas de mas, quería serlo todo,
inolvidable para sus ojos, decidida en su cuerpo, quería amar, amar de verdad
(aunque lo había hecho antes), quería borrar esas marcar y empezar de 0. Tenía
miedo, ¿Quién no tiene miedo a empezar de nuevo? Empezar de nuevo en otros
brazos, fumar las veces que quisiera junto a él en su balcón, coronar las
noches de soledad en otros besos y sentir que todo dolor ya no es parte de su
cuerpo.
Pero lo
primero era lo peor, lo primero fue olvidarse de él, de sus besos, de sus
celos, de su sonrisa, porque su sonrisa fue su motor, su esperanza, su todo en
realidad.
¿Cómo
olvidarse de su sonrisa?
¿Cómo
aprender a querer a alguien más que no sea él?
Y lo más
importante de todo ¿Cómo aceptar que había perdido, que había perdido al amor
de su vida y que nunca más lo encontraría?
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